“Yerba Buena es la crónica de una muerte anunciada”. Eso dice antes de cortar la comunicación. Así finaliza la charla con José Domián, un sanitarista que vive en esa ciudad piedemontana y que ha contemplado, sin sorpresa (aclara), cómo las tormentas de verano arrasaban canales, levantaban pavimentos, sacudían puentes y transformaban las calles en ríos. Antes de esa frase de colofón, Domián ha responsabilizado del drama a quienes sacan los áridos del pie del cerro.
“Lo que están haciendo es un crimen ecológico. El intendente de esta ciudad, Daniel Toledo, ha permitido, en su gestión, que las empresas constructoras se mofen de los cerros”. Cuando habla de este asunto, Domián se exaspera. En 2011, cuando era concejal, pidió la intervención de la policía minera en ese municipio, que ya era gobernado por Toledo.
“Han destruido todo el piedemonte, desde Villa Carmela -al este- hasta el country Los Azahares -al sur-. A ese cono de deyección geográfico, también llamado depósito de aluviones, le han robado su carga de sedimentos. Por eso, Yerba Buena ha quedado desprotegida, sin esa barrera natural que desvía el agua que baja de las montañas”, añade. Domián ha sido director de la ex Dirección Provincial de Obras Sanitarias, conocida como Dipos. También tuvo a su cargo las cátedras de Hidráulica I e Hidráulica II de la carrera de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional de Tucumán.
“Esa zona debería haber sido cuidada por el intendente, en primera instancia, y por la Universidad, en segunda instancia, que es la administradora de las tierras comprendidas dentro del Parque Sierra de San Javier”, prosigue, en referencia a dicha área, que desde 1973 se encuentra protegida.
“El río Muerto se enojó. Eso ha pasado aquí. Se hartó. Hubo una extracción indiscriminada de sus áridos. No es que haya llovido más este verano, sino que los efectos de las lluvias han sido más violentos, porque ya no quedan piedras que frenen las aguas”, explica.
La madrugada del sábado 7 de marzo, el río creció hasta lo impensando, volteó las paredes verticales que actuaban como defensas y obligó a evacuar a las personas que vivían justo debajo del puente de la ruta 338, que une la zona de El Corte -en el municipio yerbabuenense- con la comuna de San Javier -en la cima del cerro-. Ese día hubo, además, una destrucción descomunal en los canales, que todavía hoy puede observarse, con grandes bloques de hormigón arrastrados por la correntada.
- ¿Cree que hay otras causas de las inundaciones en este distrito?
- Sí. Me preocupa la urbanización, que se extiende hacia el pie del cerro. Algún día se va a derrumbar El Corte. Así como lo oye: se va a derrumbar. La gente construye casas y más casas. Y no se da cuenta de que ese corte geográfico -de ahí su nombre- se está viniendo abajo.
“Para peor -prosigue Domián- Toledo y el gobernador José Alperovich se ufanan de todo lo que han pavimentado, pero en ninguna ciudad del mundo, que se jacte de ser sensata y organizada, se pavimenta antes de que se hagan los desagües pluviales. Han pavimentado y edificado tanto, que los suelos no absorben nada. Y aquí no hay ni una alcantarilla”.
En sus ocho años de gestión, el intendente ha asfaltado unas 1.700 cuadras. Para cuando culmine su mandato, hacia fin de año, planea sumar unas 100 cuadras más, según sus dichos. Hace unos meses, comenzó la obra de canalización del Boulevard 9 de Julio, que convertirá la vieja zanja en un canal entubado.
No obstante, desde el punto de vista de Domián, lo que se está comenzando a hacer en materia de desagües, ya ha sido superado por la cantidad de agua. “Todo conspira para que la cosa sea cada vez más grave”, dice el ingeniero. Y justamente esa ha sido la frase con la que ha comenzado esta charla.